Contradictorio lugar, lleno de color y gentes, rebosante de aromas. A cada paso, algún niño o niña, se acerca dispuesto a venderte cualquier objeto o pedirte algo. Me siento extranjero, extraño, diferente, único e igual a otros. Siento ser el centro de muchas miradas. Mi barba, mi pelo largo resultan llamativos, pero lo que más llama la atención son mis pantalones.
Un caluroso día, paseando por sus calles, decido quitarle las “patas” a mis desmontables y las dejo caer sobre mis botas. Esto provoca cierta curiosidad en todo aquel que pasa por mi lado. Siento las miradas, oigo tímidas risas y comentarios a mi alrededor. En cualquier otra situación, esto podría resultar una ofensa hacia mi, pero no es eso lo que siento.
Es agradable observar los rostros sorprendidos de quienes se cruzan en mi paseo, aún más agradable es sentir el ritmo, tan diferente, del reloj en este lugar.
San Cristóbal de las Casas, Febrero 2002.