miércoles, 6 de abril de 2011

Amanece sin avisar

Un día más en este caminar. Comienza como de costumbre, no hay ninguna sorpresa, ni imprevisto alguno. Parece que va a ser otro día sin más. Casi sin percatarme, siento algo interno que me llama, pero no acierto a descubrir qué quiere decirme. Continuo con mi rutinaria mañana y una y otra vez noto esa llamada interior. Me levanto de la silla y me dirijo a la cocina para prepararme algo que llevar a la boca. Es ahí en la cocina, cuando logro descifrar el mensaje dado por esas sensaciones. Dejo por un momento lo que hago y comienzo a mirarme de abajo a arriba, me convierto en una especie de detective que se autoexplora. De repente, mi pie izquierdo comienza a golpear al suelo, el pie se mueve y el resto de la pierna lo acompaña y yo logro sentir ese movimiento. Es entonces cuando alzo mi cabeza, miro al techo y suelto una enorme carcajada.

Resulta que de tanto ansiar la llegada de este momento, ¡zas!, llega y yo casi ni me entero. Ese pie y esa pierna que junto al resto de la mitad izquierda de mi cuerpo, iniciaron un sueño eterno hace ya casi siete años, están iniciando lo que parece la conclusión de su sueño.

Momentos parecidos los he ido sintiendo a lo largo de estos años. Recuerdo cuando logré sentir cómo el agua de la ducha caía en mí; mis guitarras me han ayudado a lograr sentir mis dedos y hacerlos más ágiles; y ahora le toca a la pierna, no sé si fue caminar bajo la lluvia, o volver a caminar por la sierra, o pedalear hasta quedar agotado, o quizás todas juntas y cada una aportó su impulso, hasta que el despertar ha comenzado.

Ella, mi pierna izquierda, me da la impresión de que quiere recuperar todo el tiempo que ha permanecido dormida. Es como si quisiese devolverle a su compañera, la otra pierna, todo lo que ha hecho por ella durante este letargo. Quiere ser la que da el primer paso al andar, todo el peso lo quiere para ella. Se siente fuerte y con ganas, está algo así como eufórica. Euforia, que hemos de aprender a sentirla, para aprovechar su estancia.

Con esto se inicia un nuevo despertar en el que nuevos miembros, la pierna y el pie, se suman al resto del cuerpo para continuar esta andadura.

"Seguiremos caminando, hoy más felices por la inesperada incorporación".