Se imponen las palabras y aún siente el refinado gozo de la creación y el descubrimiento, tan sutil como si nada. No la burda satisfacción de la propiedad.
miércoles, 29 de abril de 2009
A los soportales de una biblioteca,
en el zoco de un pueblo
no se sabe dónde,
sale y enciende un cigarrillo.
Camina por las sombras
entre invisibles muros
como un centinela
de arrítmicos pasos
sin prestigio.
Entre la lanza del humo,
con esfuerzo de tos,
se le escapa la saliva
de alguna metáfora,
entresaca el residuo
de sus sílabas.
Los aborígenes,
con intransigente pena y ternura,
lo saludan al paso.
-Estará purgando, se dicen.
Ven un extraño animal
feliz en su jaula.
martes, 28 de abril de 2009
viernes, 24 de abril de 2009
jueves, 23 de abril de 2009
miércoles, 22 de abril de 2009
ella, el viento
Quisieras acariciar el gato
del aire con sus garras de viento
cuando paseando dices, vente,
y los brazos del sonido caen
mesando el eco tu terco oído,
pisas las hormigas de las letras,
las recoges como un loco, vente,
y de nuevo el levante se vuela.
del aire con sus garras de viento
cuando paseando dices, vente,
y los brazos del sonido caen
mesando el eco tu terco oído,
pisas las hormigas de las letras,
las recoges como un loco, vente,
y de nuevo el levante se vuela.
viernes, 17 de abril de 2009
Balada imprecatoria contra los listos
(Aquí, un poema bastante conocido de Álvaro Mutis, que pegué hace años en una contrapuerta de mi escritorio)
Ahí pasan los listos.
Siempre de prisa, alertas, husmeando
la más leve oportunidad de poner a prueba
sus talentos, sus mañas,
su destreza al parecer sin límites.
Vienen, van, se reúnen, discuten, parten.
Sonrientes regresan con renovadas fuerzas.
Piensan que han logrado convencer,
toman a sonreír, nos ponen las manos
sobre los hombros, nos protegen, nos halagan,
despliegan diligentes su abanico de promesas
y de nuevo se esfuman como vinieron,
con su aura de inocencia satisfecha
que los denuncia a leguas.
Jamás aceptarán que a nadie persuadieron.
Porque cruzan por la vida
sin haber visto nada,
sin haber escuchado nada,
sin dudas ni perplejidades.
Su misma certeza los aniquila.
Pero, a su vez, también sus víctimas
suelen olvidarlos, confundirlos en la memoria
con otros listos, sus hermanos,
tan semejantes, tan deprisa siempre,
tratando de ocultar a todas luces
el exiguo torbellino que los alienta
a guisa de corazón.
Todo cuidado, toda prudencia,
de nada valen con ellos,
ni vienen a cuento.
Su efímera empresa, al final,
ningún daño logra hacernos.
Los listos, os lo aseguro, son inofensivos.
Es más, cuando me pregunto
adónde irán los listos cuando mueren,
me viene la sospecha de si el limbo
no fue creado también para acogerlos,
sosegarlos y permitirles rumiar,
por una eternidad prescrita desde lo alto,
la fútil madeja de su inocua cuquería.
Ignoremos a los listos y dejémoslos
transitar al margen de nuestros asuntos
y de nuestra natural compasión
a mejores fines destinada.
De los listos no habla el Sermón de la Montaña.
Esta advertencia del Señor, debería bastarnos.
Cada instante
Nace cada instante y la Memoria,
solemne sonajero,
cuna, teta o regazo
mayor de la tribu,
conseguida a cada instante
desde siempre, sin descanso,
lo acoge para no romper
(en desvelos o sueños)
cada instante a llorar.
domingo, 12 de abril de 2009
viernes, 10 de abril de 2009
miércoles, 8 de abril de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)