sábado, 4 de marzo de 2017

SILENCIOSO SONIDO VISIBLE

Cuarenta y tres, cincuenta, cien, mil, millones de maneras de caminar.
Todas muy distintas y muy iguales todas.
Maneras de caminar susurrando similares melodías .
Melodías éstas, que son un canto anunciando lo que va a llegar, lo que ya está viniendo.
Con su llegada serán barridos los oscuros horizontes.
Horizontes plagados de desapariciones, muertes, mentiras y vacías esperanzas.
De ahí, es de donde nacerán ríos de vida.
Ríos para recorrer el viejo-nuevo suelo.
Suelo del que brotan lineas, senderos, caminos, mapas...
Dibujados éstos, por los pasos del incansable número de caminantes.

Ahora

Vida ésta, que volvió a nacer.
Nació con la esperanza de ser igual que ayer.
Sin apenas darse cuenta que nada quedaba de ese ayer.

Recuerdos y poco más, es lo que queda, de ese tiempo ya pasado.
Pasado el ayer, igual que está pasando el hoy con cada letra que escribo.
Presente que desaparece con cada soplo.
Desaparece, quedando en el recuerdo y a su vez, dando vida a un futuro.

Futuro éste, creado por multitud de instantes.
Instantes que no entienden de tiempo, tampoco saben de velocidad.
Se van sucediendo según les plazca, guiados por los sentimientos.
Podrán parecer muchos y muy rápidos, o pocos y lentos.
Lo cierto es que, sólo ellos deciden cuántos y en qué momento.

domingo, 4 de diciembre de 2016

ININTELIGIBLE



Dicen que existe una forma de comunicación, que no es la más usada.
Una manera de comunicarse, que suelen poner en práctica contados seres, vivos y no vivos.
Será esa forma la que use el viento para transmitir sus estados de ánimo.
La lluvia hará algo similar, de la misma manera que el sol, las nubes…
De otro lado, los seres vivos usan sus propios códigos para transmitir todo lo que les venga en gana. Entre individuos de una misma especie, en teoría, la comunicación ha de ser menos complicada. Aunque en no pocas veces resulta excesivamente compleja.
En determinadas ocasiones, resulta mucho menos complicada la comunicación y el entendimiento entre especies diferentes.
Supongo que algo así es lo que les ocurre a los alambres, las herramientas y a mis manos.
Al principio, cada cual por separado, sabe lo que quiere, aun no teniendo muy claro cómo se logrará alcanzar. Con leves movimientos se inicia una mínima comunicación. Ésta va regando el ambiente de seguridad y confianza reforzando la conexión entre todos. Hay momentos en los que cada cual va por su lado, dando la impresión de que no se escuchan los unos a los otros, aunque en realidad, siempre se tienen en cuenta. Saben que será siempre mejor juntos que cada uno por separado. Juntos se acompañan, se escuchan, se hablan y acuerdan la manera de continuar. Continuar hasta lograr crear algo nuevo.
De cara a los demás, lo que logren hacer, podrá gustar o no. Pero eso es lo que menos les importa. Lo esencial para ellos es que en cada nueva pieza hecha, en cada trozo de alambre que ha adquirido una forma que no esperaban, van sus conversaciones, sus momentos juntos, sus discusiones, sus maneras de resolver lo que les parecía imposible... Maneras todas de sentir.
Ésta es su forma de plasmar sus vivencias, sus ocurrencias sus estados de ánimo o lo que les parezca oportuno en cada instante de sus existencias.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Frío

En este silencio habito.
Aquí, es donde yo sueño.
Es donde escribo canciones,
susurradas por el viento.
A veces me hace cosquillas.
Otras, llega frío y seco,
y atraviesa en un suspiro,
a mi confiado pecho.
Lo deja helado, roto, quieto.
Con una herida que expulsa
sangre en forma de versos.
Versos descosidos, vacíos, inconexos.
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Tras momentos de quietud,
toca recomponer mi pecho.
Cerrar esa fría grieta,
dejarlo firme y entero.
Unas letras se desplazan aferrándose a palabras,
que moviéndose también, se agarran a algunos versos.
Se enciende una conexión;
comienza a tejerse un texto,
uniendo las dos mitades
de mi desgarrado pecho.

sábado, 29 de octubre de 2016

"Pase y acomódese señora Música"

Definirlo no sé, ni quiero hacerlo. Me conformo con ir enlazando letras y que ellas hablen de esto que siento.
Aprender a volver a vivir resulta una tarea compleja. No más compleja que vivir sin más, pero con la peculiaridad de que, son muchas las veces que llegan recuerdos de la vida pasada, y no puedes evitar la absurda comparación. En este proceso, igual que descubres momentos difíciles, también los encuentras cargados de alegrías e ilusiones y con ganas de querer compartir.
Recuerdo la época en la que vivía en aquel hospital. Allí daba comienzo una etapa más de mi vida. De lo mucho vivido allí, recuerdo algo que, con el tiempo considero anecdótico, aunque en su momento fue irritante. No era más que la peculiar relación que manteníamos las monitoras de "Terapia Ocupacional" y yo. Ellas nos guiaban a un pequeño grupo de pacientes, diferentes entre nosotros. Realizábamos actividades que nos ayudarían a ir recuperando cierta movilidad y con ella ciertos hábitos para, poco a poco, sentirnos más independientes. Estas tareas consistían en aprender a levantarnos de la silla, aprender a ponernos la ropa, etc. Ir recuperando los hábitos cotidianos de la vida, ya que todos y todas los que estábamos allí, veníamos o estábamos en una fase de mucha dependencia. Dependencia a la hora de realizar tareas, que pueden sonar elementales, pero son infinitamente complejas cuando ni tu cerebro, ni tu cuerpo, están por la labor de colaborar. En fin, que realizábamos una serie de ejercicios que nos ayudarían a alcanzar cierta independencia. Recuerdo que yo me aburría mucho con los ejercicios que nos proponían, pero me callaba e intentaba que pasase aquella hora sin llamar mucho la atención. Los días pasaban y todo seguía igual. Un día se me ocurrió abrir la boca y proponer algo. Algo que debió sonar a chiste, pues no se le hizo nada de caso al "kinki que había soltao tal estupidez". Aquella estupidez, fue proponer alguna o algunas actividades diferentes, algo más motivantes que; “utilizar un serrucho, o, ir haciendo un recorrido intentando colar un cordón en unos agujeros, o, pelar una naranja...” Que es cierto, que son muy útiles, pero de siempre hacer lo mismo uno se aburre. Una de las propuestas fue que podían pedir una guitarra y que aprendiésemos a movernos con música. Tengo la sensación de que aquello sonó a locura de un flipao que no sabe en que mundo vive.
Hoy sigo sin saber del mundo en el que vivo, pues, desde que acabé mi tiempo allí, nunca ha dejado de rondarme la idea de ayudar a la recuperación de mi movilidad con la música. Ya sea oyendo, escuchando, cantando, bailando, o, a lo que me quiero referir con estas letras; tocando, tocando un instrumento. Yo elegí la guitarra, que más que tocarla, me toca ella a mí. En verdad nunca he sabido ni sé tocar la guitarra. En mi vida anterior, era capaz de acompañar o tocar algunos acordes básicos, actualmente, ni eso. En verdad es algo que no me importa, yo no aspiro a convertirme en músico, no soy tan osado. Lo que si que quiero continuar haciendo, es lo que he hecho en este tiempo. Sinceramente no lo he hecho de manera muy continua, pero si que el tiempo que le he dedicado y el que le dedicaré, ha sido y será un tiempo real, muy grato, muy útil y muy divertido. Me ha proporcionado pequeños avances que, personalmente, los siento muy grandes.
Al principio, una mitad de mi cuerpo estaba paralizada, con el ejercicio diario y la rehabilitación, comenzó a ganar movilidad. Esto siempre ha sido en constante progresión ascendente y yo estoy dispuesto a que siga. A parte de lo cotidiano, yo fui adaptando pequeños detalles a modo de complemento. Uno de ellos fue y es la música. Los dedos de mi mano izquierda, de haber estado rígidos e inmóviles, con tiempo y con constancia, ya son capaces de pisar las cuerdas de mi guitarra y hacer que suenen algunos acordes (lentos, pero suenan bien. El FA, con su cejilla, se sigue resistiendo). También ocurre, que mis dedos pasean, siguiendo algunas escalas. Además, a veces, me pongo a tocar de pie y toda mi mitad, con secuelas de la hemiparesia, se siente alegre y un poco más despierta.
Veo mis últimos años recorridos y siento que la música ha sido otra pieza fundamental en este puzle inacabado. La música, como yo la he sentido que, sin saber, ni querer llegar a nada en concreto, me he dejado guiar por ella y me ha enseñado "Universos" que era incapaz de imaginar.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Algo muy familiar

Papá y mamá se juntaron por mero interés. Con el paso de los años, han logrado tener un gran número de hijos/as. De entre todos estos hijos/as, son dos de ellos los que protagonizan la siguiente historia.
Estos hijos, por darles algún nombre: hijo A e hijo B, son unos hermanos un tanto peculiar. El hijo A, es algo así como un señor viejuno y muy serio, que se ríe pa dentro. Este hijo A, fue criado con sus titos y su abuelo. Pasó su infancia en un ambiente un tanto rancio, a la vez que competitivo. Él no llamaba mucho la atención y por eso todos sus familiares pasaban de él, lo usaban como blanco de bromas de mal gusto. Era el chico de los recados y se comía todos los marrones. Siempre quedaba relegado de su ambiente tan familiar. Esto, sentó las bases de la “persona” que hoy es.
El hijo B, de menos edad, también pasó su infancia apartado de papá y mamá. Fue enviado a otra rama familiar. Ésta, parecía menos conservadora, menos tradicional. El hijo B, gozó de algo de “libertad” pero, bajo ningún concepto, debía olvidarse de su procedencia (libre si, pero sin salirse del tiesto).
En la actualidad, los dos hermanos viven con la obsesión de impresionar a papá y a mamá. Han de demostrar, de forma permanente, quién es el mejor hijo, el más obediente, el que trae las mejores notas.
Ambos suelen enzarzarse en múltiples peleas por demostrar quien está por encima del otro, intentando mostrar su fortaleza.
En ocasiones, incluso han conseguido que aparezcan más hermanos o hermanastros, para intensificar la batalla entre ambos.
Con todo esto, han creado un espacio de lucha, con la intención de conseguir hacer ver a papá y a mamá, quien es el mejor hijo.
Se avecinan fechas en las que se recibirán regalos y tanto A como B, quieren conseguir, el más valioso regalo, que mamá y papá estén dispuestos a entregar.
Mientras tanto, mamá y papá observan a sus hijos en sus batallitas y los dejan hacer. A papá y a mamá lo que más les ha preocupado siempre son los números. Números traducidos en notas. A papá y mamá no les importa, incluso les divierten estas peleitas entre sus niños, siempre que traigan buenas notas.
Llegado tan esperado día, el hijo A y el hijo B presentan sus notas a papá y a mamá. Tratan de maquillar el resultado, para mantenerlos contentos. Aunque éstos, bien saben lo ocurrido. Quedan algo disgustados, porque no son sus mejores notas y esperaban más de ellos, pero han conseguido volver a ser el primero y el segundo de la clase.
Ahora es cuando mamá y papá toman la iniciativa. Mandan al hijo A y al hijo B a sus habitaciones para que reflexionen sobre lo ocurrido. Sólo saldrán de sus habitaciones cuando se “tranquilicen”, “hablen” y hagan exactamente lo que papá y mamá les ordenen.
Han de hacer caso a papá y a mamá, para que todo vuelva a la normalidad, a su normalidad.
Normalidad creada por los progenitores, en la que siempre han de permanecer, condenados a entenderse para asegurar la felicidad de papá y mamá.  Ya que no querrán hacerlos enfadar, si no...




Moraleja: Votad a quien queráis. Ya no vivís en ese país en el que nacisteis. Ahora sois súbditos de papá Euro y mamá Troika, dueños absolutos de los Estados Unidos de Europa, país al que os debéis y parece que todavía no os habéis enterao.

jueves, 6 de agosto de 2015

¿VOLVER?

Cuando ya se ha caminado, no es necesario volver.
Volver es repetir; grabar círculos concéntricos en tu frente.
Es ocupar un mismo espacio donde mora el óxido,
donde huele a tiempo pasado.

Pasado y ya cantado, sin nada que ofrecer.
Pasado que quiere ser presente,
parar el tiempo y esconder el futuro.

No hay lugar a Volver.
Ni de manera fugaz, 
ni para pillar aliento y luego continuar.

Volver viene disfrazado,
pero nada ha de ser igual.

Quedan lugares por descubrir,
quedan lugares por inventar.
Cada vuelta es malgastar
ese tiempo que, sin que se note, se va.

Queda mucho por leer, escribir, anotar, dibujar,
Colorear, pintar, tocar, sentir, cantar, bailar…
Sin necesidad de volver, y perderse otro final.
Otro final muy distinto a ese que ofrece 
Cada vuelta al mismo lugar.

lunes, 3 de agosto de 2015

Quimeras

Donde moran los sueños,
todo renace, es eterno.
Una marcha de sonidos,
entre imágenes y gestos.

Nada importa en este hogar,
al quedar embelesado,
cuando comienza el sueño.

Libres saltos en el tiempo;
estar aquí y en el ayer.
Sin salir de este presente,
sin saber ni cuándo es.

Nada importa en este hogar,
al quedar embelesado,
cuando comienza el sueño.

Imaginar y sentir,
que eso vivido es real.
No necesitas salir,
cierra los ojos; y a volar.

viernes, 5 de septiembre de 2014

El DCA y el YO que hay en MÍ

Un Daño Cerebral Adquirido (DCA) puede resultar más o menos complejo de definir. Hay muchas publicaciones sobre ello, YO, me quiero referir, con estas letras, al DCA que vive en MÍ. Mi experiencia (ELLA), en estos diez años con ÉL, es la que me dicta y YO escribo.

Es bastante evidente, que la común gente, se fije o se deje llevar por lo que ve. Lo que ve, en sentido literal. Generalmente, pocos van más allá, pocos divisan aquello que no se ve si no se presta un mínimo de atención.

El YO, es un chico, que no habiendo cumplido los 29, de repente, sintió cómo dentro de sí, se había instalado un nuevo inquilino,  el DCA. Un inquilino, al principio molesto. Un desconocido que pretendía instalarse a su antojo, sin contar con el YO, que es quien había estado ahí siempre. Años complejos de convivencia entre ambos, hasta que parece que, un día, decidieron comprenderse, aprender juntos y acompañarse.

Diez años atrás, la vida le regaló al YO otra nueva vida. El YO, aun costándole mucho, decidió vivirla de la manera  que encontrase más enriquecedora.

El DCA y el YO, han vivido multitud de historias, experiencias o vidas en el transcurrir de este tiempo juntos. Algo que no deja de sorprenderles, es la manera de ver de la común gente. Ellos ven lo visible, las maneras de caminar, de hablar, de expresar… Lo que pocos ven, es lo que no se ve (afortunadamente para el YO, a ÉL, muchos y muchas sí que lo ven).

A veces lo perciben y sacan sus propias conclusiones. Esto no deja de ser una visión subjetiva de lo que cada cual percibe, que no siempre tiene que ser lo que verdaderamente es.

El ÉL y el YO, aun hoy, continúan teniendo enfrentamientos o malentendidos en su larga convivencia. Es en estos momentos, cuando aparecen más malentendidos con la gente que hubiere alrededor en esos instantes. La común gente, es veloz en etiquetar, en criticar, en hablar, sólo por el hecho de hablar. El Él y el YO, saben que necesitan estar solos, aunque haya gente alrededor, para que ambos, se hablen y se ayuden a recuperar su estabilidad.
Estabilidad que se convirtió en pieza fundamental en el puzle inacabado de sus vidas.

Todo el mundo necesita estabilidad en sus vidas. El ÉL y el YO, la necesitan en su hogar, en su cerebro. Estando presente dicha estabilidad, todo resulta menos complejo. Aparecen ideas, nuevas sensaciones, nuevos objetivos, nuevos horizontes. Nuevo todo lo aparecido y nuevas las maneras de actuar, para ir poniendo en práctica cada una de esas nuevas visitantes.

Esto contado, parece que puede ser una manera óptima para todo el mundo. Lo que ocurre es que al ser todo el mundo, hay que tener en cuenta que cada uno es cada uno, que cada una es cada una y en este caso, el ÉL y el YO, son únicos, diferentes e iguales entre sí.

La íntima relación entre el ÉL y el YO, da mucha prioridad a sus ritmos vitales. Prefieren una vida en calma, serena, a paso lento, en lugar de las prisas que merodean alrededor de ellos. Un ritmo pausado, les facilita la adquisición de la necesaria estabilidad.

En caso opuesto, ante un ritmo veloz, ambos entran en nerviosismo, indecisiones, malentendidos, e incluso, en ocasiones que sienten vertiginosas, puede que aparezca AQUEL.

AQUEL, que tiempo atrás se hizo el jefe de la guarida y con sus enfermizas y malignas jugarretas, trató de apoderarse de todo; mente y cuerpo.

Duro fue el esfuerzo realizado para que, al cabo de varios años, AQUEL fuese desterrado.

Destierro de muchos años, pero sorprendentemente, AQUEL, volvió a aparecer sin esperarlo. Más que volver, fue algo así como invocado por un CANTO de afuera. CANTO que comenzó persuadiendo al ÉL y al YO. Quiso convencerlos de dar un giro hacia una vida mejor. Les puso ante sí, una serie de visiones atrayentes, bonitas, deseables, casi impensable no aceptarlas. El ÉL y el YO, pararon un poco y no dieron una respuesta inmediata, con lo cual se dio inicio a la invocación de AQUEL.

Ante la no inmediatez de su respuesta, ese CANTO, comenzó a descubrir sus tretas. Todo lo bello de su ofrecimiento, iba acompañado de una serie de condiciones. Condiciones que ni el ÉL ni el YO, estaban dispuestos a asumir. Esta negativa hizo enfadar al CANTO , que cambió su estrategia persuasiva, por un ataque directo, aderezado con altas dosis de sarcasmo. Ante esta situación, la estabilidad alcanzada por el ÉL y el YO, se transformó en una desquiciante inestabilidad emocional. Momento que aprovechó AQUEL, para tomar las riendas y volcar toda su ira contenida durante el destierro. Esto provocó una situación tormentosa, muy negativa que concluyó en un periodo de satisfacción para AQUEL, pero de mucha tristeza para el ÉL y el YO.

Ya hoy, el ÉL y el YO, vuelven a su estado más normal y juntos, dan gracias a AQUEL, pues sin saberlo, su invasión en el momento de inestabilidad, los salvó de caer en aquella propuesta de ese CANTO.

Hoy piensan, que si hubiesen aceptado, estarían viviendo en la inestabilidad constante. En un ir y venir de la felicidad a la tristeza a un ritmo veloz. Un subir y bajar constante. Habrían virado a estar, constantemente, VIVIENDO SIN VIVIR. 

miércoles, 13 de agosto de 2014

Ahora que vuelvo a sentarme a escribir lentamente.
Ahora que estos dedos se deshielan y dejan de estar inertes.
Ahora que cruzan ideas por mi frente.
Ahora dibujo el pasado, dando color al presente.
Ahora que escarbo en el barro sin miedo a perderme.
Ahora que bailo en los charcos y me río de mi suerte.
Ahora relleno mi copa y brindo al no verte.
Ahora, más tarde, siempre.