viernes, 25 de mayo de 2012

Calidez


Se oye con más fuerza ese cálido sonido. El que nos va a volver a acompañar. El que ha escuchado al fin nuestros gritos de auxilio. Se acerca despacio, con cautela y con pasos firmes, dando luminosidad a esta tez enmohecida. Más que moho, es un cúmulo de máscaras ensombrecidas por la oscuridad que ilumina el interior.
Esta oscuridad se ha esclarecido en un instante. Instante que ha transformado todo cuanto hay alrededor.
-“Triste y opaca caverna gris, has quedado sorprendida por un baño multicolor, que ha pintado tus paredes.”
Una avalancha de imágenes, cruza velozmente y, muestra cuerpos metálicos con diversas siluetas. Tras ellas, surgen trochas perfilando el paisaje, y juntas, muestran un trayecto a recorrer.
Trayecto sin principio ni final.
Trayecto que ha de andarse sin andar.
-“Dedos y manos caminaréis, serenos y pausados, con esperanza de ser embelesados por ese cálido sonido.”

domingo, 20 de mayo de 2012

No amanece aún


Aún no hay señales del Sol y, este particular despertador natural, ya se ha activado. El “hijoputa”, comienza por los dedos de los pies; los tensa y los pone a cada uno para un lado, el pie es como un abanico abierto, sólo que en lugar de aire fresco, transmite un dolor intenso (que a estas horas, como que no pega). Los músculos cercanos, se encelan y, uno a uno, se van tensando, provocando movimientos imposibles, a la zurda de mis piernas. Esta vez han abarcado desde el pie a la rodilla y ahí han parado su ascenso.
Ante semejante despertar, lo primero que viene a la cabeza es “cagarse en todo lo cagable y en lo que no también”. Pero, de manera sorprendente, esta cabeza mía,  “ha tirao pa otro lao”. Cada vez es más rápida y más lista la "Cabrona". En lugar de caer en lamentos y discusiones consigo misma, ha comenzado a silbar. Este silbido ha entrado por los oídos y ha recorrido todo el cuerpo. Poco a poco, ha conseguido disuadir ese dolor matutino y, ¡de repente!… los pies al suelo camino de la guitarra. Piso el suelo, que duele y está frío, y la melodía me empuja con fuerza, con más fuerza. Con una pierna tirando de la que arrastra, alcanzo la guitarra y, con más cautela que a la ida, inicio la vuelta a tomar asiento en mi cama.
La melodía no para de sonar en todo el trayecto. Ahora, “Shaula” la aprende y conduce a estos dedos, para hacerla sonar juntos. A su vez, esta “Puta” cabeza mía, no para, y habla de pillar un boli y un papel. Sin saber muy bien cómo, el bolígrafo traza las líneas del Pentagrama y comienza un juego de dedos. Unos son conducidos por Shaula, y estos mismos, agarran el bolígrafo y escriben lo que ha sonado.
Así transcurre en comienzo del día. Lo que había sido un despertar de músculos cabreados, tensos, se ha transformado en una mañana lluviosa, con una medicinal melodía de guitarra, que habrá que escribirla para Piano (a ver que sale).

martes, 8 de mayo de 2012

Una vez me dijeron: "Tus relaciones con las mujeres, son como novelas de Kafka."

Alguien que habita en mi interior, me suele contar sus más íntimos secretos y, a veces, le da por salir. Cuando sale, nunca sabe qué decir ni cómo actuar. Se siente extraño en este mundo, que llamamos, real. Al intentar expresarse, no es capaz de argumentar nada que tenga sentido. Este sin-sentido va dibujando un mundo caótico que emite confusión, mucha confusión. Confusión que trae consigo inseguridad y malestar, encargadas de enturbiar el ambiente.
Puede ser que ese mundo caótico sea su manera de comunicarse con el otro mundo, con esa realidad que le resulta tan desconocida.
En éste, su caótico mundo, no conoce otra forma de decir lo que siente. Se vuelve ciego, además de sordo. Sus labios no saben articular sonido alguno. Un temblor en su cuerpo, es la única manera de expresar lo que siente. Este temblor, que resulta extraño e incomprensible, choca con la realidad y, lo que pretendía ser algo constructivo, se torna en un manantial desconcertante.
Tras el impacto y sus consecuencias; él, vuelve con el temblor a su lugar. Allí donde su voz aparece de nuevo y parece sonar suavemente en mis oídos. Me cuenta sus anhelos y va recuperando seguridad en sí mismo. De manera locuaz, ahora sí, expresa argumentos que le fueron imposible enlazar. Me cuenta lo que nunca sabe decir. Me dice lo que nunca sabrá contar.
Añora el valor que haga sonar su voz para gritar que; "¡quiero besarte, quiero que me duelan los ojos de mirarte!".