miércoles, 31 de octubre de 2012


Bajas a la tierra, para subir al cielo.
                                                                                                                                                   Subes al cielo, para bajar a la tierra.


Con tu llegada, nacen corrientes que dibujan cursos. Este recorrido es, unas veces, a un ritmo vertiginoso y otras, parece quedar estático, aunque el movimiento jamás cesa. Cuando aparenta estar inmóvil, el ritmo surge del interior, empujando paulatinamente con fuerza, provocando un continuo giro, una tranquila espiral.
  
Al pausado movimiento, se adhieren multitud de pasajeros, dando aspecto de pesadez. La tez se enturbia y parece que el viaje, pronto llegará a su fin.

Pero no es así, con tantas vueltas, una pequeña hendidura pasa desapercibida. Es ésta, una puerta de salida, puerta que invita a continuar el viaje.

La grieta, ofrece un impulso que acelera la marcha.

El curso se dibujará a ritmos lentos y acelerados. Hasta que, sin esperarlo, logre llenarse de mar.

viernes, 19 de octubre de 2012

Madrugada


Te ves ahí sentado, como en otras ocasiones, escribiendo. De nuevo sorprendido de sentir donde estás, y aún más, cuando levantas tu mirada y divisas qué te espera más allá.

Si  giras la vista atrás, podrás contemplar esa multitud de vidas, lugares, espacios, que has conocido. Unas fueron agradables, acojedoras, alegres, y otras no lo fueron tanto. Éstas otras, aportaron desilusión, desgana, apatía, tristeza, engaño, más tristeza, decepción, enfado.

Hoy, desde este lugar, piensas que todas ellas poseen igual valor. Cada cual, ofreció una parte de sí impregnada de aprendizaje. Sin apenas notarlo en su momento, cada una de ellas te fue orientando, guiándo. Planteándote diferentes enigmas que te han dirigido a éste, el lugar donde hoy estás sentado.

Sin saber a dónde irán tus próximos pasos, sólo piensas en disfrutar, aprender, y, cuando llegue el instante, sin dudarlo en demasía, caminarás hacia el siguiente, hacia nuevas sorpresas que seguirán tarareando esa melodía que acompaña tu vida.

viernes, 1 de junio de 2012

Una noche en la puerta del Indio, hace ya una pila de años. Aunque, a lo mejor, era en la puerta del Lucas...


Aparece frente a mí la vieja libreta ensangrentada, cargada de letras, escritas la mayoría, en noches de bares, escalones y aceras. La estoy ojeando, me paro y me río cuando leo, y al leer veo, esa noche en la que, al parecer, un personaje, que pasaba por detrás de donde yo estaba sentado, se arrepintió y decidió no estamparme el litro en la cabeza.


"Noche caótica, la tormenta se aproxima lentamente. Una voz, lejana, penetra con fuerza en nuestras cabezas. Paso a paso se aproxima hasta que su sonido es atronador. Comienza el diluvio: maldiciones, insultos, amenazas, son escupidos desde lo más interno de ese común ser. Él, se ha sentido ofendido y para recuperar su calma, ha descargado su ira sobre nosotros. Intimidar es sinónimo de; "Hoy me siento bien".

Mientras tanto, yo, un espectador ausente. Ninguna reacción ante sus mugidos, mi cuerpo descansa sentado. El cerebro huérfano de estímulos. A mi alrededor nada resulta coherente. Ante este paréntesis absurdo, busco fuera de mí algo que comprender, y no encuentro nada. Voy a rendirme, voy a sucumbir ante tal situación y, de repente, alguien me llama con sus ojos. Alguien me dice; gira el cuello y mira hacia aquí. Eso hago y en ese instante, chocan dos miradas similares que riegan ese ambiente de incomprensión

Un nuevo mundo ha nacido, o quizás, no se ha creado, estaba ahí y solamente había que encontrarlo. Al mirar hacia un lado, contemplo la oscuridad, el mal que emerge de aquellos labios. Si cambio la dirección de mis ojos, aparece la comprensión, se materializa la bondad.

Con su sola mirada, ella, ha conseguido bajar el volumen de los alaridos de la "bestia". Una mirada que ha hablado y juntos, hemos encontrado una sincera manera de comunicarnos.

- He sentido tus pensamientos, me he visto en tu interior. He viajado a tu cuerpo, me he cambiado de persona. He sentido lo que tú, por un momento, tu vida, la he sentido, mi vida.

Muchacha en silla de ruedas, tu mirada me ha hecho creer en lo bueno, sentir que no todo son mentiras y odio. He visto en ti una luz bondadosa, apuntando con fuerza, hacia el lugar donde habita la comprensión mutua."

viernes, 25 de mayo de 2012

Calidez


Se oye con más fuerza ese cálido sonido. El que nos va a volver a acompañar. El que ha escuchado al fin nuestros gritos de auxilio. Se acerca despacio, con cautela y con pasos firmes, dando luminosidad a esta tez enmohecida. Más que moho, es un cúmulo de máscaras ensombrecidas por la oscuridad que ilumina el interior.
Esta oscuridad se ha esclarecido en un instante. Instante que ha transformado todo cuanto hay alrededor.
-“Triste y opaca caverna gris, has quedado sorprendida por un baño multicolor, que ha pintado tus paredes.”
Una avalancha de imágenes, cruza velozmente y, muestra cuerpos metálicos con diversas siluetas. Tras ellas, surgen trochas perfilando el paisaje, y juntas, muestran un trayecto a recorrer.
Trayecto sin principio ni final.
Trayecto que ha de andarse sin andar.
-“Dedos y manos caminaréis, serenos y pausados, con esperanza de ser embelesados por ese cálido sonido.”

domingo, 20 de mayo de 2012

No amanece aún


Aún no hay señales del Sol y, este particular despertador natural, ya se ha activado. El “hijoputa”, comienza por los dedos de los pies; los tensa y los pone a cada uno para un lado, el pie es como un abanico abierto, sólo que en lugar de aire fresco, transmite un dolor intenso (que a estas horas, como que no pega). Los músculos cercanos, se encelan y, uno a uno, se van tensando, provocando movimientos imposibles, a la zurda de mis piernas. Esta vez han abarcado desde el pie a la rodilla y ahí han parado su ascenso.
Ante semejante despertar, lo primero que viene a la cabeza es “cagarse en todo lo cagable y en lo que no también”. Pero, de manera sorprendente, esta cabeza mía,  “ha tirao pa otro lao”. Cada vez es más rápida y más lista la "Cabrona". En lugar de caer en lamentos y discusiones consigo misma, ha comenzado a silbar. Este silbido ha entrado por los oídos y ha recorrido todo el cuerpo. Poco a poco, ha conseguido disuadir ese dolor matutino y, ¡de repente!… los pies al suelo camino de la guitarra. Piso el suelo, que duele y está frío, y la melodía me empuja con fuerza, con más fuerza. Con una pierna tirando de la que arrastra, alcanzo la guitarra y, con más cautela que a la ida, inicio la vuelta a tomar asiento en mi cama.
La melodía no para de sonar en todo el trayecto. Ahora, “Shaula” la aprende y conduce a estos dedos, para hacerla sonar juntos. A su vez, esta “Puta” cabeza mía, no para, y habla de pillar un boli y un papel. Sin saber muy bien cómo, el bolígrafo traza las líneas del Pentagrama y comienza un juego de dedos. Unos son conducidos por Shaula, y estos mismos, agarran el bolígrafo y escriben lo que ha sonado.
Así transcurre en comienzo del día. Lo que había sido un despertar de músculos cabreados, tensos, se ha transformado en una mañana lluviosa, con una medicinal melodía de guitarra, que habrá que escribirla para Piano (a ver que sale).

martes, 8 de mayo de 2012

Una vez me dijeron: "Tus relaciones con las mujeres, son como novelas de Kafka."

Alguien que habita en mi interior, me suele contar sus más íntimos secretos y, a veces, le da por salir. Cuando sale, nunca sabe qué decir ni cómo actuar. Se siente extraño en este mundo, que llamamos, real. Al intentar expresarse, no es capaz de argumentar nada que tenga sentido. Este sin-sentido va dibujando un mundo caótico que emite confusión, mucha confusión. Confusión que trae consigo inseguridad y malestar, encargadas de enturbiar el ambiente.
Puede ser que ese mundo caótico sea su manera de comunicarse con el otro mundo, con esa realidad que le resulta tan desconocida.
En éste, su caótico mundo, no conoce otra forma de decir lo que siente. Se vuelve ciego, además de sordo. Sus labios no saben articular sonido alguno. Un temblor en su cuerpo, es la única manera de expresar lo que siente. Este temblor, que resulta extraño e incomprensible, choca con la realidad y, lo que pretendía ser algo constructivo, se torna en un manantial desconcertante.
Tras el impacto y sus consecuencias; él, vuelve con el temblor a su lugar. Allí donde su voz aparece de nuevo y parece sonar suavemente en mis oídos. Me cuenta sus anhelos y va recuperando seguridad en sí mismo. De manera locuaz, ahora sí, expresa argumentos que le fueron imposible enlazar. Me cuenta lo que nunca sabe decir. Me dice lo que nunca sabrá contar.
Añora el valor que haga sonar su voz para gritar que; "¡quiero besarte, quiero que me duelan los ojos de mirarte!".



domingo, 29 de abril de 2012

Tormentosa la tormenta.



No recuerda cuándo descubrió la placidez y la calma que le da leer y escribir. Lo que sí recuerda, es una primera idea que jamás llegó a culminar, al menos tal cual la pensó en aquella época.

Rondaba los catorce o quince años, su vida era parecida a la de cualquier chaval de su edad, o quizás no. Quizás su vida era la suya propia, esa en la que él quería vivir, en la que se sentía cómodo y protegido. Quizás fuera por eso por lo que se sentía extraño en cualquier lugar. Sentía que todos a su alrededor lo observaban, lo juzgaban por ser quien era o por ser como era. Esto le dolía, pero en el fondo le daba igual. Con el paso de los años, fue descubriendo a semejantes, con los y las que compartía algún vínculo. Lo fueron fortaleciendo con el transcurrir de sus vidas y fueron elaborando una especie de tela de araña. Una tela cuidadosamente tejida, donde cada cual fue aportando su ovillo de seda y cada vez se hacía más extensa.

Un día como hoy, vino a su cabeza el recuerdo de aquella idea inacabada.
Por aquellos días, él se sentía muy atraído por la fotografía, el dibujo y el cine. Quiso unir dichos amores para, con ellos, dar forma a una historia que nunca escribió.
La historia era algo así:

"Con ocho años, los Reyes Magos, dejaron es su habitación ese barco pirata con el que tanto había soñado. En el salón de casa, había una gran alfombra que, para él, simulaba el mar. En ese mar, se vivieron un sin fin de aventuras; batallas navales, encuentros de tesoros, aventuras con animales marinos venidos del océano de las fantasías, y un sin fin de historias divertidas que su imaginación le regalaba. Fue durante mucho tiempo su juego preferido.
De todas sus aventuras, había una bastante tenebrosa. Tenía un final tan oscuro, que siempre acababa por absorberlo. Su barco navegaba por el mar sereno, al encuentro de alguna divertida aventura. Daba vueltas y más vueltas alrededor de los lugares más desconocidos del planeta. Allá donde vivían seres poco comunes, con maneras diferentes de respirar, con formas de hacer, de sus vidas, una sucesión de momentos mágicos.
Inmerso en sus viajes por el mar de colores, no se percataba nunca de la tormenta que venía a su encuentro. Esta tormenta lo pillaba siempre por sorpresa, quizás porque venía de otro mundo muy distinto al suyo. Era un mundo paralelo, que en determinados momentos, cambiaba su rumbo hasta lograr un impacto con ese otro mundo de fantasía. Sin apenas darse cuenta, en el plácido mar, iban apareciendo pequeñas olas. Al principio parecían insignificantes, incluso divertidas. Poco a poco, estas olas iban creciendo y sus golpes con el barco, crecían hasta llegar a emitir un sonido ensordecedor.
Lo que, al parecer, daba comienzo a la gran tormenta, era el silbido del timbre de casa. Cuando éste se oía, el mar comenzaba a dar sus latigazos y el barco se preparaba para mantenerse a flote. Cosa prácticamente imposible, pues en anteriores ocasiones, el fondo marino fue su destino final y así es como acabaría."

El tiempo pasa y esa vieja historia parecía guardada en el olvido, en un lugar tan profundo como el fatídico destino de aquel barco. Pero no, no puede olvidarse que nunca hay que decir nunca, pues en verdad, después de nunca, siempre aparecerá algo. Esta vez, apareció esa olvidada tormenta. Venía reforzada, cargada de años de experiencia mandando barcos al fondo del océano. Al llegar, la sorpresa invadió el espacio. La quietud, la inmovilidad y el no querer creer lo que estaba ocurriendo fueron invitados de honor. A cada paso, la tormenta se sentía más fuerte y cómoda, incluso se dejaba llevar como si nada ni nadie, pudiese con ella. Pero no, al igual que ella, este chico, el de los añorados ocho años, supo agarrarse a esa otra experiencia; la suya. La que le ha ido ayudando a sobrevivir en este mar de idas y venidas. En este vaivén continuo que ha moldeado su existir.

Él supo agarrar con fuerza el timón ante la continua marejada que provocó la tormenta. Supo utilizar esa fuerza maligna y supo dar un viraje en el lugar certero y aprovechar ese impulso que, esta vez, en lugar de mandarlo al culo del mar, lo transportó a su corazón. Allí donde ese acelerado palpitar, fue reduciendo su ritmo hasta llegar a emitir una plácida melodía. Con ella, logró dejar muy atrás a la tormenta, que siguió lanzando rayos. Rayos que no conseguían alcanzar su objetivo, ya que éste cada vez se alejaba más.

Dicen que tras la tempestad llega la calma, pues sí, la calma llegó o le llegó, y con ella se fue a descansar, reposados encima de su viejo colchón.

lunes, 23 de abril de 2012

Palabras bajo el Ombú

El Ombú es aquel lugar al que van todo tipo de seres a evadirse de sus vidas cotidianas. Reposan al frescor que ofrece su sombra y los acomodan sus raíces, quien quiera que pase unos instantes allí, logra divisar horizontes inimaginables.
Un día, estando allí, se acercó un hombre y, con timidez, se sentó. Le ofrecí un trago de mi cerveza, gustosamente la agarró y casi no se supo despegar de ella. Decidido, tras tres litros más, se decidió a hablar y yo me dispuse a escuchar.
Empezó contándome lo que había hecho esa mañana y cómo fue transcurriendo su día hasta llegar al lugar en el que nos encontrábamos conversando; a la sombra del Ombú. Seguidamente, continuó su exposición de la siguiente manera:
" Amigo recién encontrado; vivo en un lugar que ha vuelto a ser muy oscuro, y ya me es imposible encontrar algo de claridad. He vivido mucho tiempo en mi mentira, engañándome, inventando cuentos para poder continuar. Ahora siento que los cuentos han llegado a su final y no encuentro historias para seguir. Mi vida es, ha sido y será una infinita contradicción. Una eterna disputa con la soledad, con la que paso momentos de gran felicidad, y a su vez, momentos de inmensa tristeza y desgana. Mucha gente usa esta expresión; -vivo al borde de un precipicio. Yo no vivo al borde, yo deambulo en su ascenso y me dejo caer. Cuando llego abajo vuelvo a subir, para de nuevo caer, así una y otra vez. He descubierto que cada vez mi ascensión la realizo más rápido. Es como si desease caer cuanto antes. Al descubrir esto, me he desviado en mi camino a la cima y me ha conducido hasta aquí. Cuando te he visto sentado (dirigiéndose a mí), he querido acercarme para sentirme acompañado. Te he mencionado algo sobre mi soledad, si quieres, ahora voy a contarte más."
Ninguna palabra salió de mi boca y mi rostro le mostró que ahí estaban mis oídos para escuchar todo cuanto quisiese compartir, y, sin dudarlo, siguió:
"Como te estaba diciendo, voy a hablarte de la soledad, mi soledad. La he querido siempre y siempre la he llegado a odiar, volviendo a sus brazos una y otra vez. Últimamente, converso, en mi interior, con ella. Quiero volver a su regazo y sin esperarlo, se ha colado la inseguridad en medio. Esta inseguridad me aleja de ella, me dice que no es tan buena como aparenta. Que me ilusionará con historias ficticias y cuando me tenga bien sujeto, dejará caer sobre mi toda su maldad. Será entonces cuando me atrape ese mundo oscuro que me rodea y quedaré sujeto a sus decisiones.
Yo me resisto a creer que es cierto lo que me cuenta la inseguridad, pero cada vez me alejo más de mi verdad."
De pronto, él se calla, y, me dice; "gracias amigo, he de irme ya, mi próxima caída me está llamando; nos vemos".
Nos despedimos brindando con los restos de las botellas que nos quedan y yo le digo: "Compa, aquí tendrá usted al Ombú y su fiel compañía para cuando lo desee. Quizás esté yo también por aquí y compartiremos más momentos de palabras, cervezas y verde  yerba de Estambul, si le da por venir también. Usted amigo, no tenga tanta prisa en llegar a esa cima, porque lo siguiente ya lo conoce de sobra. Nada más mirarle a los ojos, se divisa esa multitud de cicatrices que lleva asidas al alma. Amigo dese cuenta que es bonito soñar. No quiera que todos sus sueños acaben convertidos en pesadillas. Sueñe mucho, tanto como a usted le de la gana y descubra que sus sueños están ahí, en su interior. Mírese al espejo y vaya dándole tonalidad a su rostro. Más tarde a su cabello y podrá ir descubriendo el infinito país de sueños que  moran en sí mismo. Que todos lo esperan muy cerca de usted, tan cerca, que son ellos los que le hacen mover los pies. Sueñe con su vida, con la que es, no con la que quisiera que fuese, pues esa nunca se podrá saber y si aspira a agarrarla, se perderá la más bonita de todas sus vidas. Se perderá su actual vida."



lunes, 9 de abril de 2012

Inesperadamente, emana la timidez e impregna hasta el lugar más recóndito del ser.  La tímida corriente se lleva consigo pensamientos, que en lugar de sacarlos al exterior, los revuelve dándoles un espesor que dificulta su natural salida. El que consigue salir, lo hace tembloroso y cubierto de dudas. Éste, ha gastado tanta energía en su disputa con la timidez, que se ha dejado vestir con un atuendo irreal. Nace inseguro y transmite esa inseguridad, que provoca más nerviosismo, más temblor, más espesor, más timidez, ofreciendo presentes a ese tiempo que desea agotarse.

Esos son momentos de no ver con claridad. No ver las más claras y certeras evidencias. De sentirse cegado por una cobardía que toma las riendas e inicia una carrera hacia un abismo unidireccional. Abismo temido, pero también deseado. Deseado porque es la única vía visible para dejar de lado a la confusión y a la incertidumbre; a ese temor de no saber qué hacer ni qué decir.

Temor que insufla más aire a la burbuja de aislamiento y seguridad ficticia.

martes, 21 de febrero de 2012

VIVIR EN POESÍA


Hay quien sabe escribir poesía.
-Yo no.
Hay quien recita poesía.
-Tampoco yo.

Yo no quiero saber escribir,
ni tampoco recitar,
ni quiero saber leer.

Sólo aspiro, eso sí,
a vivir en la sorpresa.
La de oir bajar al sol 
sumergiéndose en el mar.

Quiero que me conmueva esa hoja,
que se lanza sobre mi
cuando paso bajo un árbol.

Jugar con la mariposa
que se ruboriza y se esconde,
para no salir en la foto.

Despertar en una sierra,
con el delicioso olor, que,
a la llegada del alba,
ofrece la tierra.

Ver llegar la espuma,
esa que traen las olas
cuando mueren en la playa,
o cuando esculpen, sin prisas,
el torso de un acantilado.

Quiero, 
   quedar boquiabierto muchos días
     y llenarlos de instantes sin parpadear.

¿Próximo destino?


Me iré dónde nadie me espere,
allá donde aprendí a caminar.
Donde estaba acompañado,
aún estando en soledad.
Donde la noche me arropa,
donde me guía la luna.
Donde el Sol seca mi cuerpo,
del rocío de la mañana.

Allá tendré que marcharme,
huiré de esta ciudad.
Tan inhóspita, tan fría, 
tan extraña y tan fugaz.
Tan cargada de ruidos;
imposible respirar.

No sé cuando, ni sé cómo.
No sé del todo el por qué.
Lo que sé bien, es donde,
y con eso me conformo.

El resto quizás lo aprenda,  
o me lo invente, tal vez.

lunes, 20 de febrero de 2012

IGUAL DA IGUAL.


Igual miento si digo,
que no conozco aquel lugar,
donde el viento sopla  fuerte
y nada se tambalea.

Igual digo la verdad
y menciono esos graznidos
que no dejan de sonar.
Siempre vienen y,
más perdidos que convencidos, 
siempre se van.

Igual ni miento, ni digo la verdad,
y logro comprender,
este grito del silencio ,
que persuade a mis palabras
para llevarlas consigo.

Igual da igual
y estas letras,
mientras se van enlazando,
son mentira y son verdad.