domingo, 31 de mayo de 2009




Jordi Savall / Ton Koopman


Este Andante de una Sonata de Bach; la viola da gamba y el clavecín tienen no sólo el ritmo, también la consistencia y frescura del agua cuando, inmerso en el mar abres, para ser mar, la boca.



martes, 26 de mayo de 2009

...pellizcó su brazo y cayó al vacío.

"Ramón; lo que sigue es mi interpretación
de tus letras dichas aquel día.
Eternamente agrdecido compañero".

El cuerpo reposa en esa roca azotada por las olas. La vida avanza por un sendero desconocido que la conduce allá dónde la nada es nada. El tiempo transcurre y desaparece la voz del mar, suena el silencio, el color está ausente.
En estos instantes surge una historia: “Cómo la voz de una mano atrapa la vida y la devuelve a su lugar”. Mano que llegó allá donde el cuerpo yacía, no dudó en abalanzarse y agarrar aquellas gélidas manos que reposaban en tan bello lugar. Las sujetó con firmeza transmitiéndoles calor, un calor que les gritaba; “¿seguís ahí?, ¡no os marchéis!, ¡sujetaros con fuerza y quedaos acá, respirando el mar!”. Al inicio las frías manos no se daban por aludidas, con lo cual, todo el esfuerzo de aquella otra mano, la recién llegada, parecía inútil. Aún así ésta no cesó en su empeño y continuó hablando, esta vez les describía el bello paraje que las rodeaba, les salpicaba con agua marina y les comunicaba las palabras del mar. Todas estas acciones se unieron e hicieron brotar un halo que impregnó todo el lugar. Luz ésta, que encandiló a las frías manos y como si de un acto reflejo se tratase, comenzaron a dibujar lentos movimientos de presión. Tal presión, hizo que la hermana desconocida esbozase una sonrisa dándoles la bienvenida y así, una sola mano logró reconducir a la despistada vida, la llevó a su lugar junto a las gélidas manos, que al sentirla llegar, se alzaron en un vuelo sin fin alrededor del mar.


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Pasaron los días entre bufones, mercaderes y aves surcando nuestras cabezas, cuando se inició el próximo destino. Este no era otro que aquella playa de arena blanca, la guardiana de tantos sueños nocturnos. Es pronto para reposar en ella y continua el paseo a su alrededor. Seguido un tramo del laberinto de matorrales llega un descanso para divisar e investigar tan plácido lugar. Camino suavemente entre tus brazos, diviso tus horizontes y observo cómo llegaré a ellos. Todo parece claro, pero yerro en uno de mis pasos y pellizco tu cuerpo. Se desgarra tu piel, cae conmigo y desaparecen los horizontes. El resto es conocido.

Son éstas, imágenes, recuerdos que me ofrece el viaje a tu encuentro. No logro verte pero si me son ofrecidas sensaciones que colorean mi cabeza, aceleran mi corazón y empapan mis mejillas. Paseo por tu mar y lo huelo. Me siento junto a aquella fuente que me dio de beber. Observo rostros familiares sin ser conocidos. Me engulle tu magia al caer el sol y saboreo tu ritmo de bailes y fiestas.

No se si así ocurrió, pero así debió de ser. Es cómo me hacías, me haces y me harás sentir. La historia podrá ser contada por multitud de narradores, cada cual elegirá la suya, ésta es la que yo elijo.

lunes, 25 de mayo de 2009

Un día de tantos, la pantalla se apodera de la atención. Ojos alelados observan lo que envían esas líneas de colores y sonidos. Sólo un par de ojos desvían la mirada hacia un pequeño objeto que descansa en el suelo. Éste es una simple bola de papel. Sara se dirige a ella con curiosidad, la toma entre sus diminutas manos y se la lleva a la boca, con afán de investigarla. Camina con ella hacia Carlos, él le describe el significado de la pequeña bola de papel. Juntos la deshacen y la vuelven a hacer. En el rostro de ella se pueden adivinar gestos de sorpresa. Sus ojos y su boca se abren hasta el infinito, es cómo si por arte de magia, un simple papel se transformase en pelota una y otra vez. Acuerdan iniciar un juego, Sara toma una silla, se sienta frente a Carlos y comienza la diversión. Uno lanza la bola para que el otro la atrape. Los dos se entretienen y sus risas despiertan la curiosidad de José Antonio, que sin pensarlo y sin palabras, toma otra silla y pide participar en el juego. Sara y Carlos no lo dudan y ahora son tres jugando a pasar la bola de papel. La curiosidad de José Antonio se contagia y primero Álvaro y después Luna, se unen a la diversión. El juego se anima y cada vez los pases se dan con más ritmo y energía. De repente uno de ellos dice; “¡vamos a bailar!”, e intercambian sus posiciones sin que deje de rotar la bola. Ante este inesperado revuelo, aparecen carcajadas y gritos de recreo. El tiempo discurre de manera fugaz y sin darse cuenta, todos sienten que se avecina la hora de almorzar. Nuevamente, sin tener que decir ni explicar nada, uno a uno se va despegando del juego y se dirigen al lugar de la comida. El juego va desapareciendo con calma para dar lugar a una nueva celebración de manjares exquisitos.
Sentados, de nuevo juntos en la mesa, cuentan sus sensaciones y hablan del divertido juego entre bocado y bocado.
La bola de papel, la creadora de ésta diversión, descansa nuevamente en el suelo del salón a la espera de ser investigada por otro u otros curiosos aventureros.

domingo, 24 de mayo de 2009


No sé por qué lo hice. Pero en lo que sucedió aquellos días reconozco hoy el mismo esquema por medio del cual el pensamiento y la acción se han conjuntado o han divergido durante toda mi vida. Pienso, llego a una conclusión, la conclusión cristaliza en una decisión, y entonces me doy cuenta de que la acción es algo aparte, algo que puede seguir a la decisión, pero no necesariamente. A lo largo de mi vida, he hecho muchas veces cosas que era incapaz de decidirme a hacer y he dejado de hacer otras que había decidido firmemente. Hay algo en mí, sea lo que sea, que actúa; algo que se pone en camino para ir a ver a una mujer a la que no quiero volver a ver más, que le hace a un superior un comentario que me puede costar la cabeza, que sigue fumando aunque yo he resuelto dejar de fumar, y deja de fumar cuando yo me he resignado a ser fumador para el resto de mis días. No quiero decir que el pensamiento y la decisión no influyan para nada en la acción. Pero la acción no se limita a llevar a cabo lo que he pensado y decidido previamente. Surge de una fuente propia, y es tan independiente como lo es mi pensamiento y los son mis decisiones.


(De El Lector, Bernhard Schlink. Traducción de Joan Parra Contreras. Ed. Anagrama)



sábado, 2 de mayo de 2009




Podía contar, aquella tarde en la isla de La Cartuja de Sevilla, que un día de hacía años, en el transbordador que nos llevaba de regreso a Nápoles, tras una breve visita a Capri, recibí una lección literaria por parte de Bernardo Atxaga. El escritor todavía inmaduro que era yo tenía muchos problemas para terminar su primer libro, y uno de ellos era que necesitaba hablar de un fantasma que se le aparecía y le revelaba unos importantes secretos acerca de la verdadera naturaleza de la vida. Pero no sabía cómo hacer verosímil la aparición repentina de un fantasma. Le trasladé mi problema a Atxaga, que me escuchó con paciencia. En un momento determinado, viendo que me alargaba demasiado en la exposición de aquel problema técnico, me interrumpió. "Pero es que es muy sencillo, basta con escribir que se te ha aparecido un fantasma."


(De Doctor Pasavento, Enrique Vila-Matas. Editorial Anagrama)



viernes, 1 de mayo de 2009




desde una calle estrecha

en el horizonte aparece

la inmensa montaña

alcanzando mejor

el cielo que los edificios






luz es ausencia

de oscuridad,

antigua moneda

expoliada al museo

de la intemperie,

este paso de los días

como si nada,

lánguida inmortalidad

de párpados caídos

cuya piel roza

(blanco aire en la blanca

transparencia de una cortina)

la rosa de su tibieza.



gracias das ido

como si nada, a nadie.