domingo, 29 de junio de 2008

Fragmento de "Memorias de África"



Kamante poseía una facultad especial que le resultó muy útil en mi casa. Podía, me parece, llorar cuando quería.

Si le reñía en serio se mantenía erguido ante mí y me miraba a la cara con aquella vigilante y profunda tristeza que adquieren de pronto los rostros de los nativos; luego sus ojos se llenaban de lágrimas que lentamente, de una a una, se derramaban por sus mejillas. Sabía que eran simplemente lágrimas de cocodrilo y en otras personas no me hubieran afectado. Pero con Kamante era diferente. Su rostro chato e inexpresivo, en estas ocasiones se sumergía en el mundo de oscuridad e infinita soledad donde había vivido tantos años. Aquellas lágrimas pesadas y silenciosas se parecían a las que derramaba cuando era un chiquillo en la pradera, rodeado de ovejas. Me hacían sentirme incómoda y le daban a los pecados por los que le reñía un aspecto diferente, insignificante, así que no quería seguir hablando de ellos. En cierto modo era desmoralizante. Sigo creyendo que debido a la fuerza de la auténtica comprensión humana que existía entre nosotros, Kamante sabía dentro de su corazón que yo conocía lo que había tras sus lágrimas de contricción y no las tomaba por más de lo que eran -para él no eran más que una ceremonia que se debía a los altos poderes, y no un intento de engaño.


(Karen Blixen -Isak Dinesen-. Traducción, Barbara McShane y Javier Alfaya)


martes, 24 de junio de 2008

El corazón perplejo


Desventurado corazón perplejo,

inconsecuente corazón,

no dudes.

No tiembles nunca más por lo que sabes,

no temas nunca más por lo que has visto.

Calamitoso corazón,

alienta.



Aprende en este ahora

el pálpito que vuelve con lo eterno,

para latir conforme en valentía.

Los números del mundo están cifrados

en la clave de un sol tan rutilante

que te ciega los ojos si calculas.

Ciégate en esperanza,

errátil corazón,

suma los números.

Un orden en su imán te está esperando.



Desde el final del tiempo se levanta

un ácido perfume de hojas muertas.

Respíralo y respira su secreto.

Abre de par en par tu incertidumbre.

No permitas

que encuentre domicilio la tibieza,

ni que este inescrutable amor oscuro

cometa el gran pecado de estar triste.

Acógete a ti mismo en tus entrañas

con tu abrazo más fuerte,

tu mejor padre en ti, tu mejor hijo,

gobierna tu ocasión de madurez.



Insiste una vez más,

aspira en estas rosas

su pútrido fermento enamorado.

En este desvarío de tu voz

se desnuda el enigma, transparece

la recompensa intacta de estar siendo.



Aquí estamos tú y yo,

altivo corazón,

en desbandada.

A fuerza de caer, desvanecidos,

y a fuerza de cantar,

enajenados.


(poema extraído de "Los metales pesados", de Carlos Marzal. Editorial Tusquets)


sábado, 21 de junio de 2008

(LOS ERRORES PERFECTOS)


La simetría: un animal sagrado

que pide ser sacrificado al sol.

El rigor cuando sueña se convierte

en un círculo blando que se abre

inundando de zumo

la razón y sus formas.



El ansia por lo exacto

conduce, si es sincera, a lo imperfecto.

Sé que la perfección

es el arte marcial del temeroso,

que toda proporción bien entendida

renuncia al consumarse.



Generosos errores, necesito

belleza improvisada.



(poema extraído del libro "Mística abajo", de Andrés Neuman; editorial Acantilado)


viernes, 6 de junio de 2008

Boceto para un retrato


(un poema de José Luis Parra)


Febril actividad

de esa mujer... Me inquieta y me conmueve.

Su risa luminosa, turbadora,

que a veces me da miedo, pues intuyo

el oscuro poder que la sustenta.

La miro y la estoy viendo

a la otra agazapada, inmóvil, vulnerable,

la mujer aterrada

que entierra su pavor, su vivo desamparo,

con paletadas de ávido ajetreo,

tras el ángel protector de su sonrisa.