Papá y mamá se juntaron por mero interés. Con el paso de los
años, han logrado tener un gran número de hijos/as. De entre todos estos
hijos/as, son dos de ellos los que protagonizan la siguiente
historia.
Estos hijos, por darles algún nombre: hijo A e hijo B, son
unos hermanos un tanto peculiar. El hijo A, es algo así como un señor viejuno y
muy serio, que se ríe pa dentro. Este hijo A, fue criado con sus titos y su
abuelo. Pasó su infancia en un ambiente un tanto rancio, a la vez que
competitivo. Él no llamaba mucho la atención y por eso todos sus familiares
pasaban de él, lo usaban como blanco de bromas de mal gusto. Era el chico de
los recados y se comía todos los marrones. Siempre quedaba relegado de su
ambiente tan familiar. Esto, sentó las bases de la “persona” que hoy es.
El hijo B, de menos edad, también pasó su infancia apartado
de papá y mamá. Fue enviado a otra rama familiar. Ésta, parecía menos
conservadora, menos tradicional. El hijo B, gozó de algo de “libertad”
pero, bajo ningún concepto, debía olvidarse de su procedencia (libre si, pero
sin salirse del tiesto).
En la actualidad, los dos hermanos viven con la obsesión de
impresionar a papá y a mamá. Han de demostrar, de forma permanente, quién es el
mejor hijo, el más obediente, el que trae las mejores notas.
Ambos suelen enzarzarse en múltiples peleas por demostrar
quien está por encima del otro, intentando mostrar su fortaleza.
En ocasiones, incluso han conseguido que aparezcan más
hermanos o hermanastros, para intensificar la batalla entre ambos.
Con todo esto, han creado un espacio de lucha, con la
intención de conseguir hacer ver a papá y a mamá, quien es el mejor hijo.
Se avecinan fechas en las que se recibirán regalos y tanto A
como B, quieren conseguir, el más valioso regalo, que mamá y papá estén dispuestos
a entregar.
Mientras tanto, mamá y papá observan a sus hijos en sus
batallitas y los dejan hacer. A papá y a mamá lo que más les ha preocupado
siempre son los números. Números traducidos en notas. A papá y mamá no les
importa, incluso les divierten estas peleitas entre sus niños, siempre que
traigan buenas notas.
Llegado tan esperado día, el hijo A y el hijo B presentan
sus notas a papá y a mamá. Tratan de maquillar el resultado, para mantenerlos
contentos. Aunque éstos, bien saben lo ocurrido. Quedan algo disgustados,
porque no son sus mejores notas y esperaban más de ellos, pero han conseguido
volver a ser el primero y el segundo de la clase.
Ahora es cuando mamá y papá toman la iniciativa. Mandan al
hijo A y al hijo B a sus habitaciones para que reflexionen sobre lo ocurrido.
Sólo saldrán de sus habitaciones cuando se “tranquilicen”, “hablen” y hagan
exactamente lo que papá y mamá les ordenen.
Han de hacer caso a papá y a mamá, para que todo vuelva a la
normalidad, a su normalidad.
Normalidad creada por los progenitores, en la que siempre
han de permanecer, condenados a entenderse para asegurar la felicidad de papá y
mamá. Ya que no querrán hacerlos
enfadar, si no...
Moraleja: Votad a quien queráis. Ya no vivís en ese país en
el que nacisteis. Ahora sois súbditos de papá Euro y mamá Troika, dueños
absolutos de los Estados Unidos de Europa, país al que os debéis y parece que
todavía no os habéis enterao.