viernes, 23 de diciembre de 2011

Pase y acomódese señora Música.


Definirlo no sé, ni quiero hacerlo. Me conformo con ir enlazando letras y que ellas hablen de esto que siento.

Aprender a volver a vivir resulta una tarea compleja. No más compleja que vivir sin más, pero con la peculiaridad de que, son muchas las veces que llegan recuerdos de la vida pasada, y no puedes evitar la absurda comparación. En este proceso, igual que descubres momentos difíciles, también los encuentras cargados de alegrías e ilusiónes y con ganas de querer compartir.

Recuerdo la época en la que vivía en aquel hospital. Allí daba comienzo una etapa más de mi vida. De lo mucho vivido allí, recuerdo algo que, con el tiempo considero anecdótico, aunque en su momento fue irritante. No era más que la peculiar relación que manteníamos las monitoras de "Terapia Ocupacional" y yo. Ellas nos guíaban a un pequeño grupo de pacientes, diferentes entre nosotros. Realizábamos actividades que nos ayudarían a ir recuperando cierta movilidad y con ella ciertos hábitos para, poco a poco, sentirnos  más independientes. Estas tareas consistían en aprender a levantarnos de la silla, aprender a ponernos la ropa, etc. Ir recuperando los hábitos cotidianos de la vida, ya que todos y todas los que estábamos allí, veníamos o estábamos en una fase de mucha dependencia. Dependencia a la hora de realizar tareas, que pueden sonar elementales, pero son infinitamente complejas cuando ni tu cerebro, ni tu cuerpo, están por la labor de colaborar. En fin, que realizábamos una serie de ejercicios que nos ayudarían a alcanzar cierta independencia. Recuerdo que yo me aburría mucho con los ejercicios que nos proponían, pero me callaba e intentaba que pasase aquella hora sin llamar mucho la atención. Los días pasaban y todo seguía igual. Un día se me ocurrió abrir la boca y proponer algo. Algo que debió sonar a chiste, pues no se le hizo nada de caso al "kinki que había soltao tal estupidez". Aquella estupidez, fue proponer alguna o algunas actividades diferentes, algo más motivantes que; utilizar un serrucho, o, ir haciendo un recorrido intentando colar un cordón en unos agujeros, o, pelar una naranja... Que es cierto, que son muy útiles, pero de siempre hacer lo mismo uno se aburre. Una de las propuestas fue que podían perdir una guitarra y que aprendiésemos a movernos con música. Tengo la sensación de que aquello sonó a locura de un flipao que no sabe en que mundo vive.

Hoy sigo sin saber del mundo en el que vivo, pues, desde que acabé mi tiempo allí, nunca ha dejado de rondarme la idea de ayudar a la recuperación de mi movilidad con la música. Ya sea oyendo, escuchando, cantando, bailando, o, a lo que me quiero referir con estas letras; tocando, tocando un instrumento. Yo elegí  la guitarra, que más que tocarla, me toca ella a mí. En verdad nunca he sabido ni sé tocar la guitarra. En mi vida anterior, era capaz de acompañar o tocar algunos acordes básicos, actualmente , ni eso. En verdad es algo que no me importa, yo no aspiro a convertirme en músico, no soy tan osado. Lo que si que quiero continuar haciendo es lo que he hecho en este tiempo. Sinceramente no lo he hecho de manera muy continua, pero si que el tiempo que le he dedicado y el que le dedicaré, ha sido y será un tiempo real, muy grato, muy útil y muy divertido. Me ha proporcionado pequeños avances que, personalmente, los siento muy grandes.

Al principio, una mitad de mi cuerpo estaba paralizada, con el ejercicio diario y la rehabilitación,  comenzó a ganar movilidad. Esto siempre ha sido en constante progresión ascendente y yo estoy dispuesto a que siga. A parte de lo cotidiano, yo fui adaptando pequeños detalles a modo de complemento. Uno de ellos fue y es la música. Los dedos de mi mano izquierda, de haber estado rígidos e inmóviles, con tiempo y con constancia, ya son capaces de pisar las cuerdas de mi guitarra y hacer que suenen algunos acordes (lentos, pero suenan bien. El FA, con su cejilla, se siguen resistiendo). También ocurre, que mis dedos pasean, siguiendo algunas escalas. Además, a veces, me pongo a tocar de pie y toda mi mitad, con secuelas de la hemiplejia, se siente alegre y un poco más despierta.

Veo mis últimos años recorridos y siento que la música ha sido otra pieza fundamental en este puzle inacabado. La música, como yo la he sentido que, sin saber, ni querer llegar a nada en concreto, me he dejado guiar por ella y me ha enseñado "universos" que era incapaz de imaginar.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Noviembre


Mes por siempre deseado. Acudía a su cita cargado de alegrías y momentos felices.
Situado en pleno Otoño, brilla su tenue luz en las mañanas, que no son ni cálidas ni frías. 
Marcado por este mes, hoy la vida muestra, en imágenes fugaces, todo el recorrido y las diversas sensaciones que han dado forma a los, diferentes, 30 días de Noviembre.

Noviembre nació y comenzó su viaje.
Anunciaba su llegada con olor a tierra mojada. Nerviosismo, alegría, ilusión, venían de su mano e impregnaban de rico sabor sus instantes. Con el paso de los años, Noviembre crecía y se fortalecía, protegía a sus acompañantes, y éstos sentían, con mucha energía, la seguridad ofrecida. 
Un año de números pares, Noviembre llegó extraño. Venía solo, sus acompañantes no llegaban. A cambio, se introdujo el malestar, la apatía, la desesperanza, la soledad, las ganas de no vivir. Se apoderaron de todo el espacio y tornaron de un negro, negrísimo a este mes luminoso.
Tras esto, con mucho esfuerzo y con mucha ayuda, Noviembre logró pintar nuevamente su espacio. Esa oscuridad intensa se fue aclarando, se fue suavizando.

Hoy Noviembre deambula con pasos algo inestables, pero con la seguridad de que esa inestabilidad cambiará su rumbo.

Noviembre, se sienta en un lugar seguro. Si algo imprevisto sucede, caerá de allá, de su elaborada seguridad. Luego se volverá a levantar, caminará de nuevo y más veces caerá. Aunque quizás, lo único que sabe, es que; a otro mes ha de llegar.

lunes, 17 de octubre de 2011

Casi 29, ¿y ahora?.


Avanzaba el año por su segunda mitad. En dicho año, él cumpliría  veintinueve pero algo se interpuso en su camino.
La vida había llevado su curso habitual. Desde que nació, un día de Noviembre, fue creciendo, aprendiendo y disfrutando cada etapa de su vida. Cada una de ellas, había llegado en su momento hasta que, en  el año señalado, la vida lo catapultó desde su juventud a una vejez prematura. Prematura porque aún no debía llegar y vejez por su, recién iniciada, manera de mirar. De repente y sin llegar a los mencionados veintinueve, se sentiría anciano.
Aún lo siente así, o como se llama a sí mismo; "aprendiz de anciano". Sus ojos se paran atentos, cuando alguno de los verdaderos mayores pasa por su lado. Él observa, se fija, escucha, sonríe, habla, conversa y,  presta más atención de la que acostumbraba, a todo cuanto sea capaz de recibir de cualquiera de estos guías. Y no por pensar en el mañana, él lo hace porque le ayuda a avanzar en su día a día. Mucho de lo que observa o recibe, lo intenta poner en práctica al instante, sintiendo que sus pasos son más seguros, gracias a los obsequios dados por cualquiera de éstos compañeros o compañeras paseantes.

lunes, 10 de octubre de 2011

Un sinfín de pequeños hilos nerviosos recorre todo mi cuerpo. Será miedo, impaciencia, anhelo, ilusión,…

No tengo ni idea, pero algo está ocurriéndome. Tengo alguna pista, que puede ser certera, pero no quiero pensar en ella ni en ninguna, sólo quiero llegar, ser y estar.


Quiero probarme, quiero sentirme, quiero descubrirme.
Quiero mirarla serenamente y que me susurre el mejor camino para recorrerla.
Quiero aprender a pasear por las infinitas líneas que dibujan las sombras en su figura.

Mañana veremos.





domingo, 2 de octubre de 2011


La mochila preparada la noche anterior. El sueño llama temprano, pero es interrumpido varias veces por las ganas de que amanezca y comience el día. Entre estas interrupciones, llega la definitiva y el sol acaricia la ventana. Un sol, que hoy es gris por la niebla levantina del amanecer.
El agua moja el cuerpo y ameniza el despertar. Más tarde, el café dará sabor a esta mañana. Mañana que presenta sentimientos del ayer. Es algo así como una vuelta, un reinicio, un redescubrimiento, o simplemente es; continuar el sendero. Ese que llama con señales inequívocas a este ser interior que, tras otra inmersión, vuelve a emerger empujado por nuevos vientos.
Vientos que lo conducirán a cualquier lugar.
Hoy, el lugar es tan atrayente como ameno. Allí, se respira el aprendizaje que ofrece la observación de otras vidas. Vidas muy cercanas y desconocidas. Vidas que regalan vida.
Un movimiento, un color, un sonido, una imagen; son presentes ofrecidos a estos ojos que observan, ingenuos y serenos. Un descubrimiento tras otro revelando mundos que vuelan alrededor del mundo.

Águila Pescadora














lunes, 19 de septiembre de 2011

miércoles, 31 de agosto de 2011

Por no querer, no quiero envenenarme

Con este elipsir de irrealizables sueños.

Cansado estoy ya de apalearme,

De no poder hallar ningún motivo,

Causante de este interno linchamiento.

Que raya con fuerza el sin sentido,

No quiero ser un mártir de la nada,

No quiero ser culpable de aquello que no he sido,

No quiero yo cargar con ese peso,

No quiero ingerir más este vino.

Anoche tuve un sueño y no me acuerdo,

Seguro que fue rancio y aburrido,

Uno más, de esa oquedad tan rutinaria

Que ya ni me despierta a media noche.

No me hace abrir los ojos en la oscura madrugada,

Ni me hace deambular entre cajones,

Para encontrar algún viejo bolígrafo

Que con su tinta traduzca,

Lo que hace unos instantes he sentido.

Yo ya no quiero ser quien he sido,

Ahora quiero ser el que yo soy

Y dibujar quién seré; mañana o pasado mañana.

Quizás lo sea dentro de un rato,

Quizás lo voy siendo según avanzan las letras, o,

Quizás no lo sea nunca

En fin, más tarde me veré.

jueves, 7 de julio de 2011

Aquí sigo...(hoy con más pájaros en mi cabeza)

Hoy, día 7 del mes 7, se cumplen 7 años del comienzo de esta nueva vida mía. No logro imaginar qué estaba ocurriendo tal día como hoy hace siete años. Lo que si tengo claro es que fue o sería una jornada trágica para todos y todas que, de alguna manera, sentían alguna conexión conmigo. No voy a escribir de entoces, pues es algo ya pasado y ahí debe residir. Lo que sí intento decir, o describir con mis letras, es la manera mediante la cual un hecho que comienza en la oscuridad más oscura de lo más oscuro, se consigue transformar en claridad, en ganas de descubrir, de preguntar, de saciar esa curiosidad innata, de investigar, de conocer, de saltar, de cantar, de bailar, de abrazar, de besar, de ser besado y abrazado, de sentirse agradecido, ...

No existe ninguna fórmula secreta, todas las preguntas encuentran sus respuestas en su momento adecuado.

Yo me solía y me suelo impacientar cuando quiero algo y quiero que ocurra ya. Este es mi principal error, algo que creía saber, pero que he tenido que volver a aprender. Tampoco consiste en pensar que como todo tiene su momento, pues me sentaré a esperar. Sentarse nos sentaremos para descansar, para dosificar y para volver con más energía a nuestro caminar.

Cuando empecé este nuevo sendero, constantemente me impacientaba. No era feliz con esto que me había llegado repentinamente y siempre buscaba la manera de no afrontar mi realidad. Fue duro, muy duro, pero cuando descubrí la manera de cómo dar un primer paso, todo comenzó a tornarse de otro color u otros colores.

Hoy, tras mis primeros siete años de esta nueva andadura, miro de reojo y me veo al inicio, veo la progresión y veo los diferentes horizontes que he ido descubriendo; veo señales de muchos más que me quedan por descubrir.

Intento decir que tal día como hoy, en lugar de ser, como podría haber sido, un día trágico recordando lo ocurrido y lamentándome una vez más, es un día feliz, bueno feliz no, es MÁS FELIZ. Un día en el que brindo a mis soles y a todos los soles. Un día en el que me rio y no paro de reirme. Un día en el que mis pies no son tan pesados como de costumbre. Un día en el que no hay miedo de mirar atrás y recordar.

El sentir de hoy, ha sido impulsado por eso que anhelaba. No ha llegado aún, pero ya me ha orientado al lugar donde puede darse su encuentro. Hoy siento que ayer, anteayer, la semana pasada, la anterior, el mes pasado, el anterior, el otro y el otro... todo lo realizado y todo lo aprendido en ese tiempo, son los hacedores de este estado de ánimo y de que ocurra todo lo ocurrido. Ocurrido y destinado a volverme a encontrar, a volverme a sentir cerca de lo que siempre he deseado.

No logro imaginar hacia donde me guiarán mis pies mañana, pero lo que sí sé es que ellos me llevarán, y yo me dejaré llevar, allá donde ellos decidan que es el mejor lugar.


miércoles, 6 de abril de 2011

Amanece sin avisar

Un día más en este caminar. Comienza como de costumbre, no hay ninguna sorpresa, ni imprevisto alguno. Parece que va a ser otro día sin más. Casi sin percatarme, siento algo interno que me llama, pero no acierto a descubrir qué quiere decirme. Continuo con mi rutinaria mañana y una y otra vez noto esa llamada interior. Me levanto de la silla y me dirijo a la cocina para prepararme algo que llevar a la boca. Es ahí en la cocina, cuando logro descifrar el mensaje dado por esas sensaciones. Dejo por un momento lo que hago y comienzo a mirarme de abajo a arriba, me convierto en una especie de detective que se autoexplora. De repente, mi pie izquierdo comienza a golpear al suelo, el pie se mueve y el resto de la pierna lo acompaña y yo logro sentir ese movimiento. Es entonces cuando alzo mi cabeza, miro al techo y suelto una enorme carcajada.

Resulta que de tanto ansiar la llegada de este momento, ¡zas!, llega y yo casi ni me entero. Ese pie y esa pierna que junto al resto de la mitad izquierda de mi cuerpo, iniciaron un sueño eterno hace ya casi siete años, están iniciando lo que parece la conclusión de su sueño.

Momentos parecidos los he ido sintiendo a lo largo de estos años. Recuerdo cuando logré sentir cómo el agua de la ducha caía en mí; mis guitarras me han ayudado a lograr sentir mis dedos y hacerlos más ágiles; y ahora le toca a la pierna, no sé si fue caminar bajo la lluvia, o volver a caminar por la sierra, o pedalear hasta quedar agotado, o quizás todas juntas y cada una aportó su impulso, hasta que el despertar ha comenzado.

Ella, mi pierna izquierda, me da la impresión de que quiere recuperar todo el tiempo que ha permanecido dormida. Es como si quisiese devolverle a su compañera, la otra pierna, todo lo que ha hecho por ella durante este letargo. Quiere ser la que da el primer paso al andar, todo el peso lo quiere para ella. Se siente fuerte y con ganas, está algo así como eufórica. Euforia, que hemos de aprender a sentirla, para aprovechar su estancia.

Con esto se inicia un nuevo despertar en el que nuevos miembros, la pierna y el pie, se suman al resto del cuerpo para continuar esta andadura.

"Seguiremos caminando, hoy más felices por la inesperada incorporación".