lunes, 17 de octubre de 2011

Casi 29, ¿y ahora?.


Avanzaba el año por su segunda mitad. En dicho año, él cumpliría  veintinueve pero algo se interpuso en su camino.
La vida había llevado su curso habitual. Desde que nació, un día de Noviembre, fue creciendo, aprendiendo y disfrutando cada etapa de su vida. Cada una de ellas, había llegado en su momento hasta que, en  el año señalado, la vida lo catapultó desde su juventud a una vejez prematura. Prematura porque aún no debía llegar y vejez por su, recién iniciada, manera de mirar. De repente y sin llegar a los mencionados veintinueve, se sentiría anciano.
Aún lo siente así, o como se llama a sí mismo; "aprendiz de anciano". Sus ojos se paran atentos, cuando alguno de los verdaderos mayores pasa por su lado. Él observa, se fija, escucha, sonríe, habla, conversa y,  presta más atención de la que acostumbraba, a todo cuanto sea capaz de recibir de cualquiera de estos guías. Y no por pensar en el mañana, él lo hace porque le ayuda a avanzar en su día a día. Mucho de lo que observa o recibe, lo intenta poner en práctica al instante, sintiendo que sus pasos son más seguros, gracias a los obsequios dados por cualquiera de éstos compañeros o compañeras paseantes.

No hay comentarios: