martes, 18 de febrero de 2014

Ya era hora

Al parecer, y según mis compañeros, al fin llegó el día.
El día que tanto esperaban.
El día que nunca llegaba.
El día, la noche, da igual cómo fuese, pero llegó.

Comienza a atardecer,
me dispongo a salir.
Voy a aquel lugar que frecuento cada Lunes.
Voy cansado, pero decidido, confiado.

De pronto, un inesperado encuentro.
Una conversación en la calle y,
su posterior despiste.

Un nos vemos.
Continúo mi camino.
Camino que nunca acaba.
Camino que dispara dudas, interrogaciones y algo de nerviosismo.

De pronto dos personas aparecen frente a mi.
Pregunto donde estoy,
y como preguntando se llega a Roma... allí estaba.

Más dudas, más nerviosismo, más preocupación...

Nuevamente agarro firme el bastón e inicio el regreso.
Regreso que invita a gratos recuerdos en el “Tablero de Ajedrez Nocturno”.
La preocupación, los nervios, las dudas, desaparecen.
Aparece una sonrisa,
luego carcajadas y más carcajadas que invitan a un baile.

Como antaño; “vuelvo a casa por el camino más largo”.
Sin miedo, sin preocupaciones, solo y con la compañía de mis pies al caminar.

Así fue como llegó el día.
El día en el que el Karlos se perdió en Cádiz,
y como dicen que “Cádiz es pa perderse”, pues,
el Karlos ya se ha perdio.

Perdido, o, tal vez encontrado.
A cada paso, a cada calle por conocer,
se inicia otro camino, esta vez interno,
que aporta descubrimientos de mí mismo.

Es grato perderte y, sin esperarlo, encontrarte.

martes, 11 de febrero de 2014

Puertas Abiertas de mi Corazón

Un corazón a puertas abiertas.
Un corazón donde salir, es volver a entrar.

No sabes corazón,
que expulsas por un lado,
a quien vuelve a entrar por otro.

Te apuñalas Corazón;
quieres abrir ventanas y asolarte.

¿Qué pretendes no sentir?.
Corazón, tu sientes sin razón,
no sabes remediar
esta pasión impulsiva y pertinaz.

Corazón exhausto de latir hacia tu rumbo.
No mires atrás, date un respiro.
Piérdete donde siempre has deseado.

Conseguirás salir de esa cárcel,
mi tórax.
Partirás siguiendo el suave compás de tus latidos.

Cuando vuelvas, corazón,
no tengas prisa.
Mi pecho mantendrá abierta su grieta,
para que te cueles sin llamar.