martes, 26 de mayo de 2009

...pellizcó su brazo y cayó al vacío.

"Ramón; lo que sigue es mi interpretación
de tus letras dichas aquel día.
Eternamente agrdecido compañero".

El cuerpo reposa en esa roca azotada por las olas. La vida avanza por un sendero desconocido que la conduce allá dónde la nada es nada. El tiempo transcurre y desaparece la voz del mar, suena el silencio, el color está ausente.
En estos instantes surge una historia: “Cómo la voz de una mano atrapa la vida y la devuelve a su lugar”. Mano que llegó allá donde el cuerpo yacía, no dudó en abalanzarse y agarrar aquellas gélidas manos que reposaban en tan bello lugar. Las sujetó con firmeza transmitiéndoles calor, un calor que les gritaba; “¿seguís ahí?, ¡no os marchéis!, ¡sujetaros con fuerza y quedaos acá, respirando el mar!”. Al inicio las frías manos no se daban por aludidas, con lo cual, todo el esfuerzo de aquella otra mano, la recién llegada, parecía inútil. Aún así ésta no cesó en su empeño y continuó hablando, esta vez les describía el bello paraje que las rodeaba, les salpicaba con agua marina y les comunicaba las palabras del mar. Todas estas acciones se unieron e hicieron brotar un halo que impregnó todo el lugar. Luz ésta, que encandiló a las frías manos y como si de un acto reflejo se tratase, comenzaron a dibujar lentos movimientos de presión. Tal presión, hizo que la hermana desconocida esbozase una sonrisa dándoles la bienvenida y así, una sola mano logró reconducir a la despistada vida, la llevó a su lugar junto a las gélidas manos, que al sentirla llegar, se alzaron en un vuelo sin fin alrededor del mar.


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Pasaron los días entre bufones, mercaderes y aves surcando nuestras cabezas, cuando se inició el próximo destino. Este no era otro que aquella playa de arena blanca, la guardiana de tantos sueños nocturnos. Es pronto para reposar en ella y continua el paseo a su alrededor. Seguido un tramo del laberinto de matorrales llega un descanso para divisar e investigar tan plácido lugar. Camino suavemente entre tus brazos, diviso tus horizontes y observo cómo llegaré a ellos. Todo parece claro, pero yerro en uno de mis pasos y pellizco tu cuerpo. Se desgarra tu piel, cae conmigo y desaparecen los horizontes. El resto es conocido.

Son éstas, imágenes, recuerdos que me ofrece el viaje a tu encuentro. No logro verte pero si me son ofrecidas sensaciones que colorean mi cabeza, aceleran mi corazón y empapan mis mejillas. Paseo por tu mar y lo huelo. Me siento junto a aquella fuente que me dio de beber. Observo rostros familiares sin ser conocidos. Me engulle tu magia al caer el sol y saboreo tu ritmo de bailes y fiestas.

No se si así ocurrió, pero así debió de ser. Es cómo me hacías, me haces y me harás sentir. La historia podrá ser contada por multitud de narradores, cada cual elegirá la suya, ésta es la que yo elijo.

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