miércoles, 31 de octubre de 2012


Bajas a la tierra, para subir al cielo.
                                                                                                                                                   Subes al cielo, para bajar a la tierra.


Con tu llegada, nacen corrientes que dibujan cursos. Este recorrido es, unas veces, a un ritmo vertiginoso y otras, parece quedar estático, aunque el movimiento jamás cesa. Cuando aparenta estar inmóvil, el ritmo surge del interior, empujando paulatinamente con fuerza, provocando un continuo giro, una tranquila espiral.
  
Al pausado movimiento, se adhieren multitud de pasajeros, dando aspecto de pesadez. La tez se enturbia y parece que el viaje, pronto llegará a su fin.

Pero no es así, con tantas vueltas, una pequeña hendidura pasa desapercibida. Es ésta, una puerta de salida, puerta que invita a continuar el viaje.

La grieta, ofrece un impulso que acelera la marcha.

El curso se dibujará a ritmos lentos y acelerados. Hasta que, sin esperarlo, logre llenarse de mar.

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