miércoles, 23 de julio de 2008

Oda 9. Libro I



Ya ves cómo blanquea la alta nieve

en el Soracte; los cansados árboles

bajo el peso sufren; el hielo

áspero inmóviles tiene a los ríos.



Aleja el frío echando generoso

leña al fuego y un vino de cuatro años

con largueza, Taliarco, escancia

de sabina ánfora y el resto déjalo



a los dioses, que en cuanto aplacar quieran

la lucha de los vientos sobre el férvido

piélago, los viejos cipreses

y fresnos quietos quedarán ya.



No te preguntes más por el futuro

y apunta en tu haber, mozo, cada día

que te dé Fortuna y las danzas

y amores dulces aun no desprecies



mientras en tu vigor no haya morosas

canas. Ahora buscar debes el Campo

y las plazas y la nocturna

cita en que se oigan suaves susurros;



ahora la grata risa que a la niña

delate en su rincón, ahora la prenda

robada a la muñeca o dedo

que se defiendan con pocas ganas.


(del libro Odas y Epodos, Quinto Horacio Flaco [65-8 a.C.]. Traducción de Manuel Fernández-Galiano. Editorial Cátedra)



No hay comentarios: