domingo, 15 de julio de 2007

Compañero Azar, una vez más me has conducido a una nueva toma de conciencia. De tu mano, he viajado a lo más profundo de mi persona, descubriendo nuevas sensaciones y reforzando viejos sentimientos. Azar, has puesto ante mí, mi vida, mi casa. Mi casa ayer y hoy; el Ombú, el compañero barco hundido, los cafés, las letras, Jimena,… ¿mañana?, ni lo sé ni quiero saberlo. De mi alma emerge una inmensa nube. Feliz en esta nube, iré donde me lleve el viento, sin prisas por bajar al suelo.

Esta toma de conciencia me libera de un estrés, nerviosismo o intranquilidad. Asciendo por un nuevo sendero dejando atrás ese sentir. Descubro la serenidad en el pais del agobio. Agobio que me dirigía a un malestar inconsciente y huérfano de sentido. En mis ojos veo el reflejo de esos miles de ojos que me miran y me conducen a visitarme.

En mi paseo, respiro el dulce aroma de la Dama de Noche y el frescor de la Lavanda. Tomo aire con fuerza, aparece ante mí un espejo, me miro, no me conozco. Veo un ser difuso y oscuro, a su alrededor vuelan luciérnagas tristes, su luz se va apagando. Este ser me asusta, me da miedo. Decido centrar mi atención en esas tristes luciérnagas, les transmito energía y ellas hacen lo mismo conmigo.
El reflejo del espejo se va aclarando, las pequeñas luces voladoras brillan con más fuerza y revolotean a mí alrededor, iniciando su divertido e incesante juego.

La luz es clara, ahora miro al espejo y sí, soy YO.

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