martes, 2 de junio de 2009




La precisión del río en los guijarros.



En la orilla el sol, como se dice,

vuelve a bañarlos,

con su paño sin pliegues

los frota y limpia

y tierno los deja

en el joyero extenso

de terciopelo verde y alto.



Piedras preciosas para el niño.



4 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Y para mí. Piedras preciosas y muy bonito poema.
Un beso, Sergio.

s dijo...

Gracias por tu generosidad, no sé si merecida, Olga.

Un abrazo.

Ramiro dijo...

Hermoso poema. Me gusta mucho la idea que encierra el último verso, que dice que los guijarros son "piedras preciosas para el niño". Ésa es la visión de un buen poeta, que convierte las cosas más sencillas en tesoros. Me recuerda a algo que yo hacía de niño: aunque soy canario, y en las islas, como es sabido, no hay ríos, solía coleccionar los guijarros que la marea abandona en las orillas de la playa.

s dijo...

Pues gracias de nuevo, Ramiro. Esa era la intención del texto, creo que expresada de manera bastante sencilla, aunque, como le he dicho a Olga, no sé si merezco que digas eso de "buen poeta"... De todas formas muchas gracias. Vuelve cuando te apetezca.