A los soportales de una biblioteca,
en el zoco de un pueblo
no se sabe dónde,
sale y enciende un cigarrillo.
Camina por las sombras
entre invisibles muros
como un centinela
de arrítmicos pasos
sin prestigio.
Entre la lanza del humo,
con esfuerzo de tos,
se le escapa la saliva
de alguna metáfora,
entresaca el residuo
de sus sílabas.
Los aborígenes,
con intransigente pena y ternura,
lo saludan al paso.
-Estará purgando, se dicen.
Ven un extraño animal
feliz en su jaula.
2 comentarios:
Me ha sorprendido este poema, Sergio.
Hay en él una atmósfera conseguida con unas pocas pinceladas muy bien matizadas. Enhorabuena.
Saludos.
Muchas gracias, Bruno. La verdad es que este poema no me convencía mucho, de los últimos que he escrito, sobre todo el final. Estaba pensando que quizás le vendría mejor el molde de la prosa. Ahora me haces dudar.
Saludos.
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