miércoles, 29 de abril de 2009




A los soportales de una biblioteca,

en el zoco de un pueblo

no se sabe dónde,

sale y enciende un cigarrillo.

Camina por las sombras

entre invisibles muros

como un centinela

de arrítmicos pasos

sin prestigio.

Entre la lanza del humo,

con esfuerzo de tos,

se le escapa la saliva

de alguna metáfora,

entresaca el residuo

de sus sílabas.



Los aborígenes,

con intransigente pena y ternura,

lo saludan al paso.

-Estará purgando, se dicen.

Ven un extraño animal

feliz en su jaula.



2 comentarios:

Bruno Mesa dijo...

Me ha sorprendido este poema, Sergio.

Hay en él una atmósfera conseguida con unas pocas pinceladas muy bien matizadas. Enhorabuena.

Saludos.

s dijo...

Muchas gracias, Bruno. La verdad es que este poema no me convencía mucho, de los últimos que he escrito, sobre todo el final. Estaba pensando que quizás le vendría mejor el molde de la prosa. Ahora me haces dudar.

Saludos.