miércoles, 28 de enero de 2009

Inconsistencia




Te dices: huesos, músculos,... la sangre.



A veces no te explicas cómo alzas

este cuerpo más grave que la carne,

cómo erguido traspasas cada día

sin saber quién ni a dónde, todavía

de la mano del sueño donde cumplen

los deseos -el miedo- sus hazañas,

goteando su ausencia como un hilo

sobre el puente hasta el sueño -otra vez-.



En la interrogación a veces surge

la voluntad y te preguntas cómo

en medio del cercado de los ciclos

es posible un paréntesis de vida,

un silencio alcanzado con palabras

que te exculpen de estar entre silencios.



4 comentarios:

Marisa Peña dijo...

Sergio...¡qué joya! Un poema maravilloso. Lo leeré varias veces porque hoy, me han conquistado estos versos en la tarde triste y gris de mi Madrid...besos

s dijo...

Pues no sé qué decirte... Gracias Marisa. Aunque yo no dejo de verlo como una tentativa, me alegra mucho que te guste... no sé, muchas gracias de nuevo. Espero que se levante esa tristeza y grisura de Madrid. Besos para ti.

Bruno Mesa dijo...

Los dos versos finales son una declaración estética, pero también una justificación vital.

No hay duda: la literatura es para quien la escribe y la lee una forma íntima de absoución.

Enhorabuena por el poema.

s dijo...

Gracias por la glosa y la felicitación, Bruno. No sé, creo que ya sabes lo que significan tus palabras para mi. Desde luego creo en esa absolución...

Abrazos.